El 6 de diciembre, como cada año, vuelve cargado de un recuerdo incómodo que no puede caer en la desmemoria. No es solo el aniversario de la Constitución del 78, sino el recordatorio de que aquel proceso que nos vendieron como “ruptura democrática” fue, en realidad, un cambio de etiquetas para que todo siguiera en manos de los mismos. El Partido Comunista de los Pueblos de España lo denuncia sin rodeos: ni la monarquía, ni los poderes económicos, ni las estructuras de Estado surgidas tras la victoria franquista dejaron de mandar un solo día desde 1939.
La formación comunista recuerda que Juan Carlos I fue coronado por voluntad de Franco y no por la ciudadanía, y que Felipe VI no es más que el sucesor designado para lavar la cara a una institución que sobrevive entre escándalos, privilegios y un enorme aparato de propaganda. Mientras, el Régimen del 78 se agarra a cualquier ocasión para reafirmarse —como el reciente funeral de Estado por la DANA— incluso utilizando el dolor social como herramienta de legitimación.
En este contexto, el PCPE señala una contradicción que atraviesa todo el país: una clase dominante alineada con los intereses de la UE, la OTAN y las élites financieras, frente a una clase trabajadora que nunca ha perdido la capacidad de lucha, pero que lleva décadas pagando las traiciones de una izquierda domesticada y de unos sindicatos convertidos en gestores dóciles de la estabilidad del régimen.
Hoy, en plena oleada de desmovilización, desorientación y aislamiento individualista, los comunistas llaman a recuperar lo esencial: la organización colectiva. Volver a los barrios, a los centros de trabajo, a los institutos y universidades; reconstruir la militancia cotidiana y el tejido popular que las lógicas del mercado han intentando arrancar de raíz. “Las calles son nuestro medio de expresión, no los despachos del poder”, subraya el comunicado.
Pero la organización —recuerda el PCPE— necesita rumbo. Y ese horizonte, a su juicio, está claro: una República Socialista Confederal, un modelo de Estado capaz de unir las luchas de la clase obrera, reconocer la plurinacionalidad real del Estado español y romper con la herencia franquista que sigue blindada bajo el marco constitucional.
El partido advierte de que la lucha republicana no puede ser un ritual vacío, ni una nostalgia sin contenido. No se trata de banderas, sino de derechos: empleo digno, vivienda, servicios públicos fuertes, soberanía frente a los bloques imperialistas y capacidad de los pueblos para decidir su futuro. Se trata, en definitiva, de poner en marcha un proyecto político que conecte las luchas sociales y las convierta en fuerza organizada.
El comunicado concluye con un llamamiento nítido y urgente, dirigido a quienes sienten que este país se ha quedado sin horizonte:
¡Unamos las luchas!
¡Pan, techo y trabajo!
¡Abajo el Régimen del 78!
¡Por la República Socialista Confederal!
















