Hoy se cumple un nuevo aniversario de una fecha marcada a fuego en la historia del internacionalismo proletario. El 1 de diciembre de 1936, en medio del estruendo de los morteros y el silbido de las balas fascistas en la carretera de La Coruña, caía abatido Hans Beimler. No era un soldado cualquiera; era un diputado del Partido Comunista de Alemania (KPD) en Reichstag, un prisionero fugado de las garras de las SS y, sobre todo, un símbolo viviente de que la Guerra Civil Revolucionaria de España era la primera gran batalla de la humanidad contra la barbarie nazi-fascista.
Del Reichstag al Infierno de Dachau
La historia de Beimler es la de una voluntad inquebrantable. Miembro destacado del KPD, Beimler vio cómo la democracia burguesa alemana colapsaba ante el ascenso de Adolf Hitler. Tras la toma del poder por los nazis, su inmunidad parlamentaria fue violada y en abril de 1933 fue arrojado al campo de concentración de Dachau.
Allí, el fascismo intentó romperlo física y moralmente. Sin embargo, Beimler protagonizó una gesta que humillaría al régimen nazi: apenas un día antes de su ejecución programada, logró escapar. La historia de su fuga es un acto de justicia poética: estranguló a su guardia de las SS, se vistió con el uniforme de su verdugo y salió por la puerta principal, burlando a la maquinaria de terror más eficiente de Europa.
España: La Tumba del Fascismo
Su exilio no fue un retiro, sino una preparación para el siguiente asalto. Al estallar el golpe de estado en España, Beimler entendió que Madrid era la nueva línea del frente de Berlín. Llegó a Barcelona y el 23 de julio de 1936 ya se había alistado como voluntario.
Junto a otros camaradas alemanes exiliados, fundó la Centuria Thälmann, bautizada así en honor a Ernst Thälmann, el líder comunista que en ese mismo instante resistía las torturas en Buchenwald (y que sería asesinado por orden directa del Führer en 1944). Esa centuria, forjada en el acero de la disciplina y la conciencia política, evolucionó hasta convertirse en batallón y se integró en la legendaria XII Brigada Internacional.
La Defensa de Madrid: «No Pasarán»
En noviembre de 1936, Madrid se desangraba pero no se rendía. La XII Brigada, compuesta por los batallones Thälmann, Garibaldi y André Marty, acudió al rescate de la capital asediada. Fue en la Ciudad Universitaria y en la niebla de la carretera de La Coruña donde los brigadistas demostraron al mundo que los tanques de Franco, Hitler y Mussolini podían ser detenidos.
«Aquí caen alemanes antifascistas para que mañana no tengan que caer millones de europeos bajo la bota nazi.»
Hans Beimler cayó el 1 de diciembre, fusil en mano y dando órdenes en primera línea. Su muerte fue un golpe devastador para la moral de la resistencia, pero su sangre sirvió de argamasa para endurecer la defensa de Madrid.
El Adiós de un Pueblo: Barcelona y Montjuïc
El traslado de su cuerpo a Barcelona se convirtió en una de las manifestaciones de duelo más impresionantes de la guerra. Miles de obreros, milicianas y ciudadanos de a pie acompañaron el féretro hasta el cementerio de Montjuïc. No enterraban solo a un hombre; enterraban a un hermano de clase que había venido desde lejos para morir por la libertad de un pueblo que no era el suyo, pero cuya causa hizo propia.
Hoy, cuando los discursos de odio vuelven a resonar en Europa y la extrema derecha intenta reescribir la historia, la figura de Hans Beimler se alza como un faro. Su vida y su muerte nos recuerdan que ante el fascismo no se discute: se le combate.
¡Honor y gloria a Hans Beimler! ¡Gloria eterna a los luchadores de las Brigadas Internacionales! ¡No pasarán!

















