El suicidio de Sandra Peña Villar, una estudiante de 14 años en Sevilla, ha estremecido a todo el país. El pasado 14 de octubre, tras salir del colegio concertado Irlandesas de Loreto, Sandra se dirigió directamente a la azotea del edificio donde vivía y se quitó la vida. Apenas unos minutos antes, había salido de clase. La tragedia ha puesto al descubierto una cadena de negligencias y silencios que hoy el movimiento estudiantil no está dispuesto a dejar pasar.
La Junta de Andalucía ha confirmado que el colegio no activó el protocolo contra el acoso escolar ni el de prevención de conductas suicidas, pese a que la familia había alertado de manera formal, por escrito y con informes psicológicos, la situación de acoso que sufría su hija. Tras el fallecimiento, la Consejería de Educación ha puesto el caso en manos de la Fiscalía y ha anunciado un expediente administrativo al centro.
Por su parte, la familia de Sandra ha anunciado acciones legales por la vía penal. “Creemos que algo no se está haciendo bien, que hay cosas que fallan y que no se pueden repetir”, han declarado sus padres ante los medios. Según explican, la única medida que tomó el colegio fue cambiarla de clase, después de insistir durante meses. “El centro no se ha puesto en contacto con nosotros nunca, jamás hemos recibido respuesta”, denuncian.
El silencio cómplice del colegio y la dejación institucional
El colegio Irlandesas de Loreto, perteneciente a la Fundación Educativa Mary Ward, una entidad católica subvencionada con fondos públicos, ha optado por el silencio. No ha ofrecido declaraciones más allá de un comunicado en el que expresa su pésame y anuncia una “Eucaristía en memoria de la alumna”.
No hubo luto, ni medidas de duelo, ni revisión pública de lo ocurrido. “Los niños han vuelto a clase como si nada”, lamentan madres del alumnado.
Varias familias del centro aseguran que los casos de acoso son frecuentes y silenciados. “Mi hijo sufre bullying desde Infantil. Le insultan, le roban el material escolar y el colegio mira hacia otro lado”, cuenta una madre. “El centro está en contra de activar los protocolos porque teme manchar su reputación”, añade otra.
La asociación Trencats, dedicada a acompañar a víctimas de acoso escolar, ha mostrado su apoyo a la familia y denuncia el patrón que se repite: “Todo es gris en estos casos. Algunos padres lo niegan, otros lo sufren. Pero lo que siempre se repite es la inacción del centro y el silencio institucional”, señala su presidente, José Manuel López Viñuela, cuya hija también se quitó la vida en 2021 tras años de acoso escolar.
“Hay responsables”: el estudiantado señala al sistema
El Sindicato de Estudiantes ha denunciado que la muerte de Sandra “se podía haber evitado”. En su comunicado, acusan a la dirección del colegio, a la Junta de Andalucía del PP y al Gobierno central del PSOE de ser responsables de una política educativa que permite la impunidad del acoso y el deterioro de la educación pública.
“Mientras los centros concertados, en manos de fundaciones religiosas, reciben millones de euros en subvenciones, la educación pública se desangra sin psicólogos, orientadoras ni mediadoras suficientes. La salud mental del alumnado no puede depender de la buena voluntad del profesorado”, denuncian.
Desde la organización estudiantil exigen:
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Dimisión inmediata de la junta directiva del colegio Irlandesas de Loreto y retirada de su financiación pública.
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Responsabilidades penales para quienes no activaron los protocolos.
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Contratación masiva de personal de apoyo psicológico y educativo en todos los centros públicos.
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Espacios educativos libres de odio, racismo, machismo y LGTBIfobia, frente al auge de los discursos de extrema derecha.
El 28 de octubre, a las calles
En respuesta, el Sindicato ha convocado una huelga general de estudiantes de ESO, FP y Bachillerato para el próximo martes 28 de octubre, con manifestaciones a las 12:00 horas en todo el Estado. En la Región de Murcia, las concentraciones serán en la Plaza de la Glorieta de Murcia y la Plaza del Ayuntamiento de Cartagena.
“Por Sandra y por todas”, reza el lema de la convocatoria. Una consigna que no solo recuerda a la adolescente sevillana, sino a todas las víctimas invisibles del acoso, la violencia y la desidia institucional.
“El acoso escolar no es un hecho aislado, es el reflejo de una sociedad que premia la crueldad y castiga la empatía”, denuncian los convocantes. “No miraremos hacia otro lado. Exigimos justicia, verdad y una educación que proteja la vida.”
