Este sábado en Roma, cuando la manifestación para pedir el fin del genocidio en Gaza acabó su recorrido en la colosal plaza San Giovanni, los organizadores hablaron de un millón de participantes. El día anterior una huelga general de los trabajadores proclamada por la misma causa había sido capaz de paralizar en gran parte tráfico ferroviario, puertos, aeropuertos, carreteras y ciudades. Durante toda la semana y en todas las ciudades de Italia, se han sucedido las protestas con miles de participantes. Torino, Milano, Napoli, Bologna han visto desfilar a diario decenas de miles de personas. En las universidades, institutos y colegios, los estudiantes han organizados presidios permanentes para informar a los ciudadanos de las acciones organizadas. Hasta la Iglesia italiana, que en Italia mantiene un inmenso peso político, ha tomado partido. No han faltado iniciativas y suplicas para poner fin a la matanza, come la definió el cardenal Parolin, quien ha recibido una reprimenda por la embajada israelí. El seguimiento de la Global Sumud Flotilla ha sido masivo, también por la presencia de cuatro diputados en uno de los barcos. En todas las redes sociales, exponentes de la cultura, la política, los movimientos, han generado eficaces canales de información y concienciación, obteniendo un seguimiento como mínimo inesperado.
Podríamos seguir durante algunas páginas más enumerando la sorprendente oleada de iniciativas de todo tipo que han movilizado Italia, especialmente durante las últimas semanas. Bajo la genérica definición “Pro-Pal”, usada a menudo en términos despreciativos por el gobierno italiano, se reúnen un sinfín de movimientos: poderosas organizaciones estudiantiles y universitarias, asociaciones culturales de absoluto prestigio (ARCI), ex – combatientes antifascistas (ANPI) , sindicatos generales (CIGL) y autónomos (COBAS), las asociaciones de palestinos residentes en Italia (API), las comunidades islámicas y un largo etc….pero sería incompleta una análisis que se centrase solo en los movimientos de activismo, digamos, institucionales. Son también numerosos y muy activos en el territorio los centros sociales ocupados y auto gestionados, de vocación anarquista, presentes en todas las ciudades de Italia e históricamente involucrados en todas las luchas y transformaciones de las ultimas décadas. Para citar uno, es reciente la noticia del cierre del mítico Leoncavallo de Milano: un faro de la cultura alternativa fundado en 1975 y desalojado por los cuerpos de seguridad justo en su 50 aniversario. En la Iglesia, nos referimos a Iglesia de base, existen figuras como Luigi Ciotti o Maurizio Patricelli que se oponen con valentía a las omnipotentes mafias y han generados redes nacionales de acción social (Gruppo Abele, Rete Libera) capaces de reclutar un verdadero ejercito de gente comprometida. El ámbito estudiantil también tiene un gran poder de movilización, debido sobre todo a una radicada cultura de la asociación y el compromiso político ya desde los primeros años de instituto. Son frecuentes las semanas de autogestión, las consultas para tomar decisiones e incluso la ocupación temporal de los centros como forma de protesta, a veces durante semanas. Se trata de acciones toleradas dentro de ciertos límites, casi formen parte de un aprendizaje y que ciertamente han tenido una gran influencia en la siempre agitada historia de la península. Resulta extraño que un País con una conciencia social tan inquieta y arraigada, esté gobernado en la actualidad por la extrema derecha. La izquierda política hace tiempo que no consigue atraer esa energía, pero hay una gran y joven masa social que aspira a posicionarse y estar presente. La causa palestina ha sido sin duda la mecha que ha prendido el resentimiento hacia un gobierno completamente incapaz, una vez más, de elegir el lado correcto de la Historia. La sorpresa es que el pueblo italiano ya no parece dispuesto a tolerar la degradación democrática y el estancamiento económ ico del país.
















