Rebeldes Indignadas denuncian que la “Europa verde” y el Gobierno español entregan el Mediterráneo al lobby pesquero

El colectivo señala que Bruselas y el Gobierno español multiplican por quince la pesca de arrastre y dan carta blanca al ecocidio marino

Foto: Holland PhotoStockNL. BirdLife Internacional
Foto: Holland PhotoStockNL. BirdLife Internacional

El colectivo Rebeldes Indignadas ha lanzado un duro comunicado en el que acusa a la Unión Europea y al Gobierno del Estado español de conceder una auténtica carta blanca al ecocidio marino. La denuncia llega tras la autorización de 143 días anuales de pesca de arrastre en el Mediterráneo, una cifra que multiplica por quince la reducción planteada inicialmente por Bruselas, que contemplaba apenas 9 días con el objetivo de proteger ecosistemas al borde del colapso.

Para Rebeldes Indignadas, esta decisión confirma que la supuesta “Europa verde” no es más que una fachada que se desploma en cuanto entran en juego los intereses económicos del lobby pesquero, al que acusan de actuar “por puro afán de negocio, a costa del futuro de la vida en la Tierra”.

La pesca industrial, una destrucción a escala planetaria

En su comunicado, el colectivo subraya que la pesca —y especialmente la pesca industrial y de arrastre— es la actividad más destructiva realizada por la humanidad. Citando el informe Los Océanos se Salvan en tu Plato, Rebeldes Indignadas recuerdan que redes del tamaño de catedrales arrasan cada año 15 millones de kilómetros cuadrados de océano, una superficie 150 veces superior a la afectada por la deforestación terrestre.

El impacto en vidas es, según denuncian, de una magnitud difícil de asimilar: más de 4 billones de seres sintientes asesinados cada año, muriendo por asfixia, aplastamiento o congelación. “Más que una humanidad entera al día”, señalan, mientras los ecosistemas marinos se acercan a un punto de no retorno.

Los océanos, recuerdan, no solo albergan biodiversidad: son el principal pulmón del planeta y el mayor depósito de carbono, por delante incluso de los bosques. Su destrucción, advierten, acelera la crisis climática y empuja al planeta hacia extinciones masivas.

Zonas protegidas que no protegen nada

Rebeldes Indignadas denuncian además que esta devastación se produce incluso en zonas marinas supuestamente protegidas, incluidas las amparadas por la legislación europea. A su juicio, la UE “amaga tarde y mal” con limitar estas prácticas para acabar cediendo al chantaje de los lobbies, vaciando de contenido cualquier compromiso ambiental.

El comunicado también pone el foco en el carácter profundamente injusto del sector: la pesca industrial cubre más del 55% de los océanos, cuatro veces más que toda la agricultura mundial, y es una de las actividades con mayores índices de esclavitud humana y de ilegalidad. Que el Estado español sea una potencia pesquera mundial, afirman, “no debería ser motivo de orgullo, sino de vergüenza”.

El silencio del ecologismo y la falsa “pesca sostenible”

Uno de los aspectos más críticos del comunicado es la interpelación directa al ecologismo institucional, al que acusan de eludir “el elefante en la habitación”: la necesidad de acabar con el consumo de animales marinos. En lugar de ello, denuncian, se promueve la idea de una pesca tradicional y sostenible que, en el contexto del Estado español —punta de lanza de la pesca industrial mundial—, “simplemente no existe”.

Para Rebeldes Indignadas, esta desinformación impide abordar la medida más efectiva frente a la mayor crisis de la historia.

Veganismo y transición justa como única salida

El colectivo reclama una transición urgente hacia dietas vegetales como eje central de cualquier respuesta real a la crisis climática y de biodiversidad. Defienden el fin de toda pesca, empezando por la de arrastre, acompañado de una reconversión justa del sector hacia industrias de proteína vegetal, respetuosas con los ecosistemas y con la vida de todos sus habitantes, humanos y no humanos.

Asimismo, llaman a poner fin a la publicidad engañosa de unas industrias que califican como ecocidas, zoocidas, genocidas y holocidas, y que, con el apoyo de gobiernos y medios de comunicación, disfrazan su impacto bajo un falso discurso de sostenibilidad, bienestar animal y salud.

“El muro de silencio existe porque cambiar nuestro consumo está en manos de todas”, concluye el comunicado. Para Rebeldes Indignadas, romperlo ya es una obligación ética y política.