La fiesta solidaria de ABETO llena Murcia de amor y bondad

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El evento de navidad de la asociación ABETO convoca a numerosos vecinos y vecinas de Murcia, que respaldan así la profunda y dedicada labor de los voluntarios que ayudan a las personas sin hogar, en esta maravillosa batalla por la vida.

por Martín Stutz

21 de diciembre.- Son las cinco de la tarde en la plaza central de Santiago y Zaraiche, en Murcia. Los chalecos amarillos de los voluntarios de la asociación ABETO comienzan a hacer vibrar las calles, calentando este frío invernal con un aura de esperanza y solidaridad. Tras los últimos encuentros con Leonor y las amigas de la agrupación, nos sentimos ya parte de este especial y único grupo de maravillosos seres humanos.

Nos hemos convertido en compañeros por su incansable empeño para dar empleo, refugio, alimentos y cariño a las personas sin hogar de Murcia. Es una lucha contra la soledad y las más terribles penalidades, de las personas sin hogar que moran temporalmente en las calles de nuestra ciudad. Son ellos, los que cuidan de los más necesitados, quienes desde hace semanas enternecen nuestros corazones con su altruismo sin límites.

Pero hoy es un día de fiesta. Hoy estamos unidos y llenos de alegría para visibilizar y explicar la labor diaria de ABETO de cara a la ciudadanía. Otro importante objetivo es la recaudación de fondos para comprar alimentos, mantas y un sinfín de elementos que permiten la supervivencia digna a las personas más vulnerables. Se trata de cubrir los elevados gastos que conlleva esta maravillosa batalla.

Se van montando los puestos de la especial feria de la caridad: cafetería, comedor, talleres de manualidades, cuentacuentos, conciertos, rifas solidarias. Una rica variedad de actividades que convoca a los vecinos y vecinas de Murcia. Las risas y el trajín de los niños nos indican el carácter familiar del evento.

Hoy todos somos uno, porque sabemos que el frío color del dinero será transformado en las más bellas esperanzas por la vida. Y así comienzan a servirse los primeros cafés, y nos vemos orgullosamente vestidos con nuestros chalecos, como camareros voluntarios, recordando la alegría de trabajar no por un sueldo, ni por necesidad, sino con el grandísimo fin de echar una mano al prójimo.

Frente a nosotros ya se han montado una decena de mesas, donde lucen sabrosos bocadillos y riquísimas comidas. Junto al puesto de comidas, brillan los premios de la rifa solidaria, donada por poetas, artistas, amigos de la asociación. Nos llaman la atención las calabazas ecológicas y los productos naturales de la huerta murciana, que dominan con estoica presteza, recordándonos de dónde venimos y quiénes somos.

Mientras tanto, al otro lado, ya se está dando el taller de cuentacuentos, y la risa de los niños y niñas nos recuerda otros tiempo más fáciles. Es entonces cuando se escucha la dulce voz de Leonor, quien con su micrófono recorre la plaza invitándonos a participar en el yoga familiar.

Dentro, en el centro cívico, la poetisa murciana Magdalena Blesa, entona sus bellos versos. Aún sin creer el que se estén dando tantas actividades, nos asalta el ritmo de los primeros conciertos. Grupos de rap y reggae, con sus pinchadiscos, seguido por cantautores. Nos vemos bailando y, sin saber cómo, felices dando palmas con los vecinos.

Y así cae la noche, helando la plaza y recordándonos el por qué estamos aquí. Rememoramos a los que, debajo de los puentes y en los parques del Malecón, sobreviven a este duro invierno esperando una oportunidad que la sociedad les niega cada día. Pero sabemos que, en algún momento de su desesperanza, recordarán en sus corazones el que mañana llegará Leonor, Isabel, Luismi y los voluntarios de ABETO. Será como cada día, para ayudarles sin pedir nada a cambio, para entregarles ese alimento, ese calor y ese posible empleo, que los hará reencontrarse con el porvenir.

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