
Lo que debería haber sido una fiesta multitudinaria de disfraces se convirtió este viernes en un escenario de violencia simbólica y odio racial. Según fuentes cercanas a la organización del evento, el grupo de los participantes que provocaron la alarma son hinchas de fútbol de extrema derecha provenientes del Reino Unido.
Estos individuos aparecieron vestidos con atuendos inspirados en Hamas, incluyendo pasamontañas negros, camisetas militares, keffiyehs y tiras verdes en la frente, mientras ondeaban banderas con lemas como “Stop the Boats” (Paren los Barcos) y “Enough is enough” (Ya basta) y coreaban “Keir Starmer is a wanker” (Keir Starmer es un gilipollas), entre otros cánticos. Dos de ellos incluso se desplazaban en un bote inflable, con un gran cartel que mostraba un bulldog inglés acompañado de la leyenda “Coming to a town near you” (Próximamente en una ciudad cerca de ti).
La Fancy Dress Party de Benidorm, celebrada desde hace más de 30 años en el Rincón de Loix, es uno de los eventos más concurridos de la ciudad costera alicantina. Este desfile anual reúne a decenas de miles de británicos, más de 30.000 en la última edición según los organizadores, que recorren las calles disfrazados, participan en carrozas, grupos de baile y batucadas, y disfrutan de la animación de más de 50 locales de hostelería de la zona. El evento cuenta con el respaldo del Ayuntamiento de Benidorm y asociaciones del sector turístico, y se considera una de las mayores fiestas de disfraces de Europa.
Sin embargo, la presencia de símbolos terroristas y mensajes de odio revela un problema alarmante: la normalización de ideologías neonazis y la xenofobia en espacios públicos. Asociaciones vecinales y ciudadanos críticos han denunciado la pasividad de las autoridades frente a estas manifestaciones y alertan sobre los riesgos de permitir que la violencia simbólica y la extrema derecha se exhiban como entretenimiento. “No podemos tolerar que la fiesta se convierta en un escaparate de odio y terror”, afirmaron fuentes locales.
Benidorm sigue siendo un destino turístico preferido por británicos, con un número creciente de residentes permanentes atraídos por discursos xenófobos sobre la supuesta pérdida de derechos y libertad de expresión en su país. Este contexto ha facilitado que hinchas de extrema derecha transformen un evento de diversión en un acto de provocación y violencia simbólica contra migrantes musulmanes y otros colectivos vulnerables.
















