Escrito por Manel Aparicio
El pasado miércoles, Las Torres de Cotillas alzó la voz. Y lo hizo con fuerza, con rabia digna, con emoción colectiva. Más de mil personas se congregaron en la Plaza del Ayuntamiento para decir un rotundo ¡NO! a la planta de biogás que pretenden imponernos a espaldas del pueblo. Estuve allí. No como un mero cronista, sino como uno más. Porque ya no escribo desde fuera, sino desde dentro. Esta lucha también es mía.
Lo que viví fue un estallido de conciencia. De vecinos y vecinas que se niegan a tragar con lo inaceptable. De familias, jóvenes, mayores, gritando al unísono por su salud, por su aire, por su futuro. Esa noche no fue solo protesta: fue identidad, fue comunidad, fue amor por el territorio.
José Hernández, portavoz de la Plataforma STOP Biogás, habló con la verdad por delante. Con claridad. Con valor. Denunció el engaño institucional con nombres y apellidos. Denunció también el intento del alcalde Noguera de meterlo en prisión, junto a otro compañero, por decir lo que muchos callan. ¡Siete años y medio de cárcel por informar y resistir! ¿Dónde estamos? ¿Qué clase de democracia permite eso? Aquello, lejos de amedrentar al pueblo, encendió aún más la llama.
Después del acto, cuando los micros ya estaban apagados pero el fuego seguía ardiendo, se acercaron varios manifestantes. Me miraron con ojos brillantes, cargados de emoción, y me dieron las gracias por los artículos en La Protesta. Por darles voz. Por no fallarles. Lo digo claro, y con la misma emoción: gracias a vosotros y vosotras. Gracias por no rendiros. Gracias por hacerme sentir parte.
Yo no escribo por oficio. Escribo por necesidad. Por conciencia. Por justicia. Y aquí tenéis mi compromiso: no pienso dejar de estar. No pienso callar. Estaré en cada paso, en cada denuncia, en cada intento de censura, en cada amenaza. Porque si tocaron a uno de vosotros, nos tocaron a todos. Y ya no estamos dispuestos a retroceder ni un metro.
No es solo una planta. Es un modelo de desprecio al pueblo. Es un negocio a costa de nuestra salud. Es una bomba medioambiental con promesas envueltas en cinismo. Pero ahora saben que enfrente tienen a un pueblo organizado, y a una voz que no se apaga.
Gracias, Las Torres. La lucha sigue. Y yo sigo con vosotr@s.
(Hay más vídeos que, por falta de tiempo, no se han subido. Cuando se suban, se avisará)