En pleno horror y silencio internacional, una embarcación civil volverá a desafiar el bloqueo ilegal y mortal que Israel impone sobre la Franja de Gaza. La Flotilla de la Libertad lanza este 13 de julio el ‘Handala’, un barco cargado de suministros humanitarios esenciales y, sobre todo, de dignidad, resistencia y compromiso con el pueblo palestino.
No se trata de una acción simbólica. Se trata de acción directa frente a la inacción cómplice de gobiernos y organismos internacionales. Médicos, periodistas, activistas, juristas y personas comprometidas de todo el mundo navegan juntos como sociedad civil organizada. Quieren romper el cerco, no solo el marítimo, sino también el mediático: el que calla mientras Gaza es arrasada, sus niños asesinados, sus familias reducidas a escombros y a hambre.
La misión del ‘Handala’ llega apenas unas semanas después del asalto israelí al ‘Madleen’, otra embarcación de la Flotilla, secuestrada en aguas internacionales. A bordo, doce civiles desarmados –entre ellos un eurodiputado, personal sanitario y defensores de derechos humanos– fueron capturados ilegalmente, interrogados bajo coacción y deportados. Su delito: intentar entregar comida, medicinas y esperanza a una población condenada por la comunidad internacional a resistir sola.
No se rinden. No nos rendimos.
Desde que Israel rompió el alto el fuego el pasado 18 de marzo, al menos 6.572 personas han sido asesinadas en Gaza y más de 23.000 han resultado heridas, según datos del Ministerio de Salud gazatí. Entre ellas, más de 700 murieron por disparos mientras esperaban comida en los puntos de reparto de la llamada Gaza Humanitarian Foundation, un montaje respaldado por Estados Unidos e Israel que, bajo el disfraz de ayuda, perpetúa el control y la muerte.
La Flotilla de la Libertad, activa desde 2010, vuelve ahora con más fuerza. El ‘Handala’ toma su nombre del icónico personaje creado por Naji al-Ali: un niño refugiado que da la espalda a la injusticia y jura no mirar de frente hasta que Palestina sea libre. Ese niño representa hoy a más de un millón de menores gazatíes que sobreviven bajo escombros, huérfanos, mutilados, sin techo, sin agua, sin escuela, sin futuro.
Ellos son el motivo, el destino y la esperanza de esta travesía.
Porque mientras Gaza muere, el mundo calla. Pero nosotras, no.
