El fantasma de una nueva guerra: Irán se prepara ante la amenaza israelí

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El fantasma de una nueva guerra: Irán se prepara ante la amenaza israelí

En Teherán, el ambiente se ha vuelto tenso. Desde las oficinas del Líder Supremo Ali Khamenei hasta los despachos de los funcionarios de menor rango, una misma preocupación domina las conversaciones: la posibilidad de una nueva guerra con Israel. No se trata de especulaciones infundadas, sino de una realidad que mantiene en vilo a todo el sistema político iraní.

Un asesor cercano al gobierno del presidente Masoud Pezeshkian, quien habló con periodistas bajo condición de anonimato, describe la situación como una «espiral fuera de control» provocada por las acciones israelíes en Oriente Medio. Esta percepción ha llevado a las autoridades iraníes a tomar medidas concretas en tres frentes diferentes.

Una estrategia de supervivencia en tres direcciones

Ante lo que consideran una amenaza existencial, Irán ha desplegado una estrategia que abarca desde la diplomacia hasta la preparación militar, pasando por cambios potenciales en su doctrina nuclear. Es como si el país estuviera preparándose para lo peor mientras intenta evitarlo por todos los medios.

En el ámbito diplomático, Teherán busca desesperadamente un acuerdo con la Agencia Internacional de Energía Atómica que pueda reducir las probabilidades de un ataque israelí. Paralelamente, sus fuerzas armadas han intensificado los preparativos militares y han reforzado la seguridad de figuras clave, incluyendo científicos nucleares y líderes políticos.

Pero quizás lo más llamativo es lo que está ocurriendo en el parlamento iraní, donde cada vez más voces piden revisar la doctrina nuclear del país. Algunos legisladores incluso sugieren la posibilidad de declarar públicamente la capacidad de producir armas nucleares como herramienta de disuasión.

El miedo a un magnicidio

La paranoia en las altas esferas del poder iraní tiene un rostro muy concreto: el temor a que Israel intente asesinar al Líder Supremo. Según una fuente que trabajó como asesor en el gobierno del expresidente Ebrahim Raisi y mantiene contactos con la oficina de Ali Larijani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, en el círculo de Khamenei existe la convicción de que Israel está esperando el momento perfecto para atacar.

La estrategia israelí, según esta percepción, sería eliminar directamente al Líder Supremo y usar su asesinato como el pistoletazo de salida de una guerra total, tal como hizo anteriormente con comandantes militares y científicos nucleares iraníes.

Esta amenaza percibida ha llevado a cambios drásticos en la seguridad de Khamenei. Su equipo de protección fue renovado por completo, y el líder de 85 años fue trasladado a un búnker secreto en Teherán. Sin embargo, el régimen es consciente de que estas medidas pueden no ser suficientes, lo que refleja el nivel de alarma entre las élites del país.

El juego del uranio enriquecido

Mientras circulan rumores sobre posibles bombardeos contra las instalaciones nucleares de Fordow e Isfahán, la realidad parece ser más compleja. La misma fuente gubernamental que reveló los temores sobre Khamenei desmiente estos rumores, pero confirma algo igualmente significativo: Irán ha trasladado aproximadamente 500 kilogramos de uranio enriquecido a ubicaciones seguras, lejos de sus reactores actuales.

Este movimiento no es solo defensivo. El país planea construir nuevos reactores para modernizar una infraestructura que se está deteriorando. Mohamed Eslami, presidente de la Organización de Energía Atómica de Irán, anunció recientemente que pronto se firmará con Moscú un acuerdo ambicioso: la construcción de ocho nuevas centrales nucleares.

Cuatro de estas centrales se ubicarán en Busher, con el objetivo de generar 20,000 megavatios eléctricos. Las unidades II y III de Busher ya están en construcción, lo que demuestra que, pese a las sanciones internacionales, la alianza estratégica entre Irán y Rusia se está profundizando.

Reconstruyendo el arsenal de misiles

La guerra de 12 días de junio de 2025 dejó cicatrices profundas en la capacidad militar iraní, pero el país no se ha quedado de brazos cruzados. El Dr. Masoud Fakri, académico iraní y asesor del presidente Pezeshkian, reveló que Irán ha reorganizado completamente su infraestructura de producción de misiles balísticos.

La prioridad número uno es reparar las plantas de combustible sólido, consideradas fundamentales para la disuasión militar después de que la defensa aérea del país sufriera daños parciales durante el conflicto. Para lograr este objetivo, Teherán mantiene intensos contactos con Beijing, buscando componentes esenciales como polvos químicos y mezcladoras planetarias de gran tamaño.

Las imágenes satelitales publicadas por Associated Press el 24 de septiembre de 2025 muestran obras de reconstrucción en las instalaciones de Parchin y Shahrud, aunque algunos edificios clave aún no han sido completamente restaurados.

Los números hablan por sí solos: antes de la guerra, Irán producía más de 200 misiles de combustible sólido al mes. Durante el conflicto, lanzó 574 misiles balísticos contra Israel, una cantidad que representa más de un tercio de su arsenal estimado en 2,500 proyectiles. Ahora, la carrera es contra el tiempo para reponer estas reservas.

Presiones desde el parlamento y las fuerzas armadas

La iniciativa nuclear parlamentaria

En el parlamento iraní se está gestando algo sin precedentes. Un grupo de 71 diputados envió una carta al Consejo Supremo de Seguridad Nacional pidiendo una revisión completa de la doctrina defensiva del país. Lo más llamativo de esta iniciativa es su honestidad brutal sobre las contradicciones internas del régimen.

Los legisladores admiten abiertamente que emplear un arma nuclear contradice la fatwa religiosa emitida en 2010 por el Líder Supremo, que prohibía las armas de destrucción masiva. Sin embargo, argumentan que «fabricar y poseer» la bomba como elemento de disuasión es «un tema separado» que debe ser estudiado seriamente.

Los militares piden máxima alerta

Desde las fuerzas armadas, el mensaje es claro y contundente. El comandante en jefe Amir Hatami resumió la filosofía militar actual con una frase que se ha vuelto emblemática: «Una amenaza del 1% debe tomarse como del 100%». Bajo esta premisa, asegura que tanto drones como misiles están listos para operar en cualquier momento.

Los medios vinculados al Cuerpo de Guardianes de la Revolución van más allá, asegurando que la defensa aérea, que fue dañada al inicio del conflicto anterior, no solo ha sido reconstruida sino también actualizada con nuevas tecnologías.

No hay tregua, solo una pausa

La percepción oficial iraní sobre la situación actual es reveladora. El primer vicepresidente, Mohamed Reza Aref, lo expresó sin ambigüedades: «No estamos en alto el fuego; solo hay una suspensión temporal de hostilidades». Esta visión es compartida por el asesor militar del Líder Supremo, Yahya Rahim Safavi, quien añadió una advertencia inquietante: «En cualquier momento puede colapsar la tregua; no hay protocolo ni acuerdo con Israel o Estados Unidos».

Una estrategia dual para tiempos inciertos

Irán ha optado por caminar por dos senderos paralelos, consciente de que su supervivencia como régimen puede depender del éxito de esta doble estrategia.

En el frente militar, el país está llevando a cabo lo que podríamos llamar un «blindaje integral»: reubicación de unidades estratégicas, protección reforzada de científicos y mandos militares, y una reconstrucción acelerada de su arsenal de misiles. Es como si estuvieran preparándose para una guerra que esperan no tener que librar.

En el ámbito diplomático, Teherán juega varias cartas simultáneamente. Por un lado, negocia con la Agencia Internacional de Energía Atómica y otras potencias extranjeras, presentándose como un actor responsable que busca reducir las tensiones. Por otro, profundiza su alianza estratégica con Rusia y mantiene abiertos los canales de comunicación con China.

El mensaje final

Detrás de toda esta compleja red de preparativos militares, maniobras diplomáticas y debates parlamentarios, hay un objetivo claro: reforzar la capacidad de disuasión de Irán sin llegar al punto de no retorno que supondría una guerra abierta.

El régimen iraní camina por la cuerda floja, tratando de mantener el equilibrio entre mostrar fuerza y evitar la provocación definitiva. Su mensaje, dirigido tanto al pueblo iraní como a la región y al mundo, es inequívoco: cualquier agresión israelí encontrará una respuesta inmediata y contundente.

En este juego de equilibrios peligrosos, donde cada movimiento puede ser el último, Irán se prepara para lo peor mientras espera lo mejor. La pregunta que permanece en el aire es si esta estrategia será suficiente para evitar el fantasma de una nueva guerra que ya parece rondar por los pasillos del poder en Teherán.

Yahya Zarhouni

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