Las Piedras que Nadie Quiere Leer: Un Homenaje en la Niebla del Olvido

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Introducción:

Han pasado treinta días desde aquel 27 de septiembre. Publicar esta crónica ahora no es un ejercicio de nostalgia, sino una denuncia necesaria contra el desgaste programado del recuerdo. Un mes después, lejos del calendario conmemorativo, es cuando mejor se mide el eco real de estos actos: el silencio administrativo que los envuelve, la indiferencia institucional que los condena a una marginalidad casi clandestina, y la vigencia escalofriante de sus reivindicaciones. Esta es la memoria que no caduca: la que duele igual al mes siguiente.

Crónica:

Que la tierra os sea leve

El pasado 27 de septiembre se cumplían cincuenta años de los últimos fusilamientos en nuestro país. Los condenados a la pena capital fueron trece personas, pero algunos obtuvieron a última hora un indulto. Los juicios fueron reconocidos internacionalmente, incluso por el Vaticano, como irregulares y se rogó desde muchas instancias al general Franco que detuviera las ejecuciones, pero no ocurrió.

En el homenaje a los cinco fusilados que se llevó a cabo el domingo 27 de septiembre en “el cementerio grande” de Espinardo, se habló también del cincuentenario de la impunidad, puesto que solo Martín Villa, gobernador civil de Barcelona en el 74, ha sido imputado desde entonces, solo recientemente y desde Argentina.
Estas cosas y otras que siguen se dijeron la mañana del domingo ante el monolito de los caídos por la libertad y un puñado de personas envueltas en banderas republicanas.

Al llegar se podía ver una gran pancarta que se había situado entre dos farolas.
No se veía apoyo económico institucional alguno. Habría un centenar de personas. Muchas personas mayores, cuyas conversaciones delataban un pasado activo en política.

Comienza, por suerte, cortésmente tarde el homenaje, pues la señalización para llegar al lugar, zona 40, es prácticamente inexistente y, la verdad, algunos de los allí presentes, rezagados o perdidos por los vericuetos entre tumbas, llegan pidiendo indicaciones por llamada, o a alguien que encuentran al paso. No sé si se trata de intimidad o de no querida pero asumida marginalidad.

En realidad para llegar allí hay que saber que aquella es la zona donde se llevaban a cabo los fusilamientos durante la guerra y dónde se hallaba la fosa común hasta la exhumación en 1979. No hay una indicación del cementerio o al menos no visible: Monolito Caídos por la Libertad. Zona 40. Indicaciones.
“Hacia el fondo”, nos dice Mercedes Nicolás por teléfono, presidenta de la Asociación por la Memoria Histórica en Murcia, “hacia el fondo del todo si seguís todo el rato la pared”. Se calculan hasta 1700 entre fusilados y otros muertos como consecuencia de la represión. El lugar es el apropiado por continuidad de memoria democrática.

Comienzan los parlamentos ante el monolito. Nunca antes lo había visto. Los nombres permanecen ahí, indelebles, grabados para siempre.

Veo a un niño con un clavel en la mano y a un joven ofrecerle uno a una anciana para la ofrenda posterior. Comienzan, ahora sí, los parlamentos.
Se insiste en que el 27 de septiembre del año 2025 es también el cincuentenario de la impunidad y en cómo en la actualidad, la persistente y nunca vencida, lógica imperialista, se alinea perfectamente con los gobiernos, a los que se identifica como gobiernos burgueses, lo que quedaría probado por la ausencia de las sanciones o vetos a según qué estados agresores en los conflictos del mundo. Es inevitable pensar en la asombrosa dificultad o la clara falta de voluntad política para aislar a Israel hoy.
Sergi Sanchiz Torres de PCE m-l, afirma que pareciera que homenajeamos a aquellos jóvenes porque eran inocentes. Sin embargo, insiste, lo haríamos igual si no lo hubieran sido. ¿Qué significaría ser inocente en esa situación? Sanchiz se refirió la actual transvaloración también: se clama contra acciones de protesta tales como intervenir la vuelta ciclista a España, exigiendo la exclusión de todo evento deportivo de Israel, estado en acto genocida, decretado tal a la sazón por Naciones Unidas. Por eso conviene la organización y la conciencia de clase según Sanchiz, porque la lucha por la verdad, la social sincrónica y la histórica, no ha terminado. De hecho, se dijo, aquellos que nos precedieron se defendieron como supieron y hoy parece ser que la paz y el pacifismo son la única respuesta posible.

Mantuvimos el silencio también ante el monumento en honor a los brigadistas, en el otro lado del cementerio.
El paseo entre ambos puntos, debo decir que fue hasta bello. Era tranquilo. No parecíamos tener prisa. Banderas y pancartas ondeaban por entre las tumbas y la vegetación. Homenajear a Txiki y a Otegui, de ETA y a Baena, a García Sanz y a Sánchez Bravo, del Frente Revolucionario Antifascista Patriótico (FRAP).

Mercedes Nicolás tomó la palabra al final y recordó a todos cuantos han puesto sus cuerpos y sus vidas como granos de arena, como piezas de este rompecabezas que quizá logremos construir, el de la libertad. Nos despidió, agradeciendo asistencia, afecto y compromiso.

Conclusión (Noticia relacionada):

La actualidad demuestra que estos actos no son arqueología sentimental. Justo esta semana, el Congreso ha rechazado una nueva proposición para crear una Comisión de la Verdad sobre los crímenes del franquismo, archivando la iniciativa con los votos en contra del Partido Popular y Vox. La razón esgrimida: «reabrir heridas del pasado». Mientras, en el cementerio de Espinardo, la herida de la Zona 40 sigue sin indicaciones, como si el silencio fuera la única respuesta política a una deuda histórica que, cincuenta años después, sigue esperando.

Diana Lanzarote

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