El luchador irlandés Paddy McCorry lanza duros golpes contra el exmilitar sionista Shuki Farage al grito de «Palestina Libre» en un combate de MMA en Roma

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Durante el evento Cage Warriors 189, celebrado este pasado sábado, 31 de Mayo, en Roma, el luchador irlandés Paddy McCorry protagonizó una escena que ya recorre el mundo: mientras dominaba con contundencia en el combate al israelí Shuki Farage, exmiembro de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), McCorry lanzó gritos de «Free Palestine» en apoyo al pueblo Palestino que fueron replicados por parte del público con consignas coreadas.

Las imágenes del momento —McCorry propinando brutales golpes al cuerpo de Farage mientras gritaba lemas en solidaridad con Gaza— no tardaron en viralizarse, desbordando el marco deportivo para convertirse en un acto de denuncia política en pleno escenario internacional.
El gesto del luchador irlandés no es aislado: Irlanda ha sido históricamente uno de los países europeos más solidarios con la causa palestina, así como sus históricas contribuciones a las causas sociales, a la lucha de clases y contra el fascismo, desde su gran aportación de valentia a las brigadas internacionales en el 36′, hasta este último gesto se inscribe en una tradición de lucha internacionalista que resuena con fuerza ante los crímenes de guerra que Israel comete desde hace meses sobre la población civil palestina.
Shuki Farage, que se presentaba como luchador profesional tras su paso por el ejército israelí, fue derrotado por decisión unánime de los jueces. Su perfil como exsoldado, en el contexto de una creciente denuncia internacional del genocidio en Gaza, otorgó al combate un significado político inevitable.
Desde diversos sectores del activismo por los derechos humanos se ha aplaudido la valentía de McCorry, que supo usar su visibilidad en el ring para dar voz a un pueblo silenciado por las bombas. Como él mismo declaró tras el combate: “Mi lucha no termina aquí. Lo que pasa en Palestina no puede seguir ignorándose. El mundo tiene que mirar.”
Este nuevo episodio confirma que, en tiempos de injusticia global, el deporte también es una trinchera. Y que hay quienes, como McCorry, no están dispuestos a competir en silencio mientras se comete un genocidio ante los ojos del mundo.
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