Jornadas de 60 horas, salarios de miseria y persecución sindical: la plantilla de El Corte Inglés toma Madrid

Trabajadoras y trabajadores de las sucursales madrileñas denuncian la explotación sistemática en una empresa con beneficios millonarios y señalan a los sindicatos amarillos como cómplices del modelo de precariedad

Trabajadores de El Corte Inglés, durante la manifestación de Madrid encabezada por CGT, a 20 de diciembre de 2025 | CGT
Trabajadores de El Corte Inglés, durante la manifestación de Madrid encabezada por CGT, a 20 de diciembre de 2025 | CGT

Las calles de Madrid han sido escenario este sábado de una movilización sindical que desmonta el mito de la “empresa modélica”. Trabajadoras y trabajadores de El Corte Inglés, encabezados por el sindicato CGT, se manifestaron para denunciar un modelo laboral basado en la precariedad estructural, las jornadas abusivas y la represión sindical, todo ello en una de las compañías con mayores beneficios del Estado español.

La protesta puso voz a una realidad silenciada durante años: semanas laborales de hasta 60 horas, salarios anclados en el mínimo interprofesional, ausencia de conciliación y una sobrecarga de trabajo que está pasando factura a la salud física y mental de la plantilla.

“Es inadmisible. Tenemos una plantilla envejecida, con trabajadoras y trabajadores de más de 40 y 50 años sometidos a ritmos inhumanos. Psicológica y físicamente estamos muy mal”, denuncia Melissa Caycho, secretaria general de la sección sindical de CGT en El Corte Inglés.

Beneficios millonarios, vidas precarias

Mientras la empresa presume de solvencia —512 millones de euros de beneficios en el último ejercicio—, miles de personas que sostienen su actividad no pueden llegar a fin de mes. Trabajadores con décadas de antigüedad continúan cobrando el salario mínimo, sin beneficios sociales ni reconocimiento profesional.

“El salario ha subido un 1% mientras sacamos la empresa adelante. Esto no va de productividad, va de explotación”, señalan desde el sindicato.

El modelo salarial es especialmente sangrante los domingos y festivos, que se incluyen en el salario base sin retribución diferenciada. Jornadas de hasta diez horas, de 11:00 a 21:15, que además se alargan sin compensación cuando la plantilla debe cerrar la tienda una vez el público se ha marchado.

“No hablamos solo de dinero, hablamos de calidad de vida robada”, subraya Caycho.

Jornadas irregulares y semanas interminables

El convenio colectivo firmado en 2018 —con el beneplácito de sindicatos afines a la empresa— permite la llamada jornada irregular, una herramienta que la dirección utiliza para exprimir a la plantilla en los picos de consumo.

El resultado: semanas de 36 horas alternadas con otras de 56 o 60, desdibujando cualquier límite entre vida y trabajo. Un sistema que, bajo la apariencia de legalidad, funciona como una máquina de desgaste humano.

Omnicanalidad: el doble trabajo no pagado

A esta situación se suma la llamada omnicanalidad, otro eufemismo empresarial para intensificar la explotación. Las trabajadoras que atienden en tienda deben gestionar al mismo tiempo pedidos online mediante dispositivos móviles, multiplicando tareas sin refuerzo de personal.

En la última década, El Corte Inglés ha reducido su plantilla en 20.000 personas, cargando ese trabajo sobre menos hombros.

“Es doble trabajo, con la mitad de plantilla y el mismo salario”, denuncian.

Sindicatos amarillos: el engranaje de la empresa

Uno de los ejes centrales de la movilización fue la denuncia de los sindicatos amarillos, organizaciones integradas en la estructura empresarial que, lejos de defender a la plantilla, actúan como correa de transmisión de la dirección.

“Los comités de empresa son un paripé. Cumplen la ley, pero están controlados”, explican desde CGT. Delegados sindicales que terminan ocupando cargos en Recursos Humanos o Relaciones Laborales, cerrando un círculo de clientelismo y control interno.

“El director de Relaciones Laborales de todo El Corte Inglés es un exdelegado sindical. Si te portas bien, asciendes. Es un chiringuito de cuatro”, denuncian.

Trabajadoras de la CGT en la manifestación de Madrid, sujetando un cartel por las condiciones dignas, a 20 de diciembre de 2025 | CGT

“Antes se podía vivir, ahora es insostenible”

Quienes llevan décadas en la empresa coinciden: las condiciones han empeorado de forma constante. Donde antes había horarios razonables y salarios dignos, hoy hay jornadas interminables y vidas hipotecadas al trabajo.

“Salir de casa a las 9:30 y volver a las 23:00 no es vida. Es agotamiento programado”, resume una trabajadora con 20 años de antigüedad.

La movilización de Madrid no es un hecho aislado. Es una advertencia: la clase trabajadora empieza a romper el silencio en uno de los símbolos del capitalismo del estado español. Frente a los escaparates iluminados y los discursos de éxito empresarial, la realidad es clara: sin derechos no hay dignidad, y sin lucha no habrá cambio.