· Imagen por Mundo Obrero
Fue Calvo Sotelo el presidente del que nadie se acuerda quien integró a España en la OTAN en mayo de 1982, en aquellos años la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas y partidos políticos de nuestro país estaban en contra de la adhesión, incluso el partido de Felipe González hacía una crítica feroz a la entrada en la Alianza Atlántica. Había una confrontación muy grande entre los partidos de izquierdas y el gobierno y se organizaban manifestaciones, marchas y concentraciones en numerosas ciudades, sobre todo en los lugares donde existían bases americanas, como en Cartagena donde había una pequeña base que dependía del ejército de EEUU y durante aquellos años la Plataforma cívica Anti OTAN que lideraba el gran Antonio Gala, organizaba marchas pidiendo la salida de la OTAN y el desmantelamiento de las bases del poderoso ejército que eran repelidas por numerosos antidisturbios con palos y lanzamiento de balas de goma, una represión que acababa con manifestantes heridos.
Unos pocos años más tarde el mismo González que era presidente del gobierno desde 1982, convocó un referéndum y utilizando todos los medios a su alcance para cambiar el resultado porque de ser el más crítico con la entrada a la Alianza pasó a defenderla a ultranza, vinculando incluso el resultado del mismo a su permanencia en el gobierno, anunciando que si perdía la consulta ciudadana dimitiría de su cargo y fue él mismo el que nos ratificó en la organización. Uno de sus ministros de exteriores que participó activamente en la campaña anti OTAN acabó de secretario general de la misma, no hay quien dé más, así eran los socialistas de aquella época, al menos, capaces de todo.
Técnicamente una organización de carácter militarista como la OTAN, estaba diseñada para contrarrestar el poderío militar del otro bloque político, el de los países del este de influencia comunista, aglutinados en la otra organización militar El Pacto de Varsovia, por lo que cuando el comunismo se extinguió, cuando la caída del muro de Berlín, cuando se disolvió dicha organización y dejó de existir, debería de haberse disuelto la Organización del Tratado del Atlántico Norte porque ya no existía el otro bloque, ya no había enemigo a quién controlar pero no, EEUU se encontró con una infraestructura hecha desde donde poder controlar a los países miembros y diseñar los presupuestos de defensa de todos los países que la componen y una manera perfecta de influir en países que se habían mantenido neutrales al margen de la organización, como hemos asistido recientemente a la exigencia de aumentar el presupuesto de defensa de todos los países al 5%, todo para que las empresas de armas vendan más en detrimento de mejoras sociales y en Europa del estado del bienestar, un disparate mayúsculo.
Nuestro presidente actual Pedro Sánchez acaba de anunciar nueve medidas contra Israel por la situación de Gaza, la más importante es un decreto que consolide jurídicamente el embargo de armas a Israel, otras son denegar el espacio aéreo a aviones que transporten material bélico y los puertos marítimos para barcos que transporten armas para el país que lleva casi dos años cometiendo un genocidio contra una población árabe que ya no sabe qué hacer ni a donde ir para no sufrir tal persecución. Se nos antojan unas medidas escasas, poco contundentes y bastante fuera de tiempo, porque la realidad se impone y mientras sigamos en la OTAN y sigamos teniendo bases de EEUU en nuestro territorio no creo que se pueda hacer gran cosa, a algunos puede sonar una temeridad pero creo que en Europa al menos, deberían soplar vientos opuestos a los que vienen impuestos por un presidente que atrapado en sus escándalos y sus negocios fracasados, perseguido por la justicia, de lo que ningún medio habla, continua en su particular callejón sin salida, alimentando a los sistemas financieros para que los poderosos paguen menos impuestos y desmantelando el escaso sistema social de su país, deberíamos exigir el desmantelamiento de la OTAN como en los años 80, hoy es más necesario que nunca y por supuesto el cierre de las bases militares de EEUU que todavía quedan en España. OTAN NO, BASES FUERA.
Juan Celdrán
OTAN, negocio de guerra y herramienta del capitalismo global
La Alianza Atlántica no es solo una organización militar, sino una estructura profundamente enraizada en la lógica del capitalismo global.
Desde su fundación, la OTAN ha respondido a intereses estratégicos que van mucho más allá de la seguridad colectiva. Se ha consolidado como la maquinaria perfecta para garantizar la supremacía económica y militar de Estados Unidos y de las grandes corporaciones armamentísticas.
Los incrementos obligados del gasto militar en Europa —recientemente fijados en hasta el 5% del PIB en algunos casos— no son una necesidad defensiva, sino una transferencia directa de recursos públicos a la industria de la guerra. En este sentido, la OTAN funciona como un engranaje clave de un capitalismo que, en plena crisis climática y social, sigue priorizando la acumulación de beneficios de las élites sobre el bienestar de la clase trabajadora.
España, al mantener bases militares estadounidenses en su territorio, se convierte en pieza de este entramado: una plataforma logística para guerras ajenas y una frontera vigilada al servicio de intereses que poco tienen que ver con la soberanía popular. De ahí la contradicción que se percibe en las medidas anunciadas por Sánchez contra Israel: ¿cómo hablar de paz y derechos humanos mientras se forma parte activa de una alianza que alimenta conflictos y sostiene un modelo económico basado en la violencia?
La reflexión es inevitable: si Europa y España quieren caminar hacia un futuro de justicia social, la verdadera tarea no pasa por gestionar mejor la OTAN, sino por erradicar su organización. En tiempos de crisis económica y ecológica, seguir invirtiendo en armas no es solo un disparate político: es la muestra más clara de que el capitalismo, cuando se siente amenazado, se blinda a través de la guerra en el campo semántico de la barbarie.