Visibilizar a los invisibles. La extraordinaria labor de la asociación Abeto en Murcia.

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Leonor y los voluntarios de Abeto reparten alimentos, brindan atención emocional, consiguen empleos y refugio a decenas de personas en situación de máxima vulnerabilidad en la ciudad de Murcia. Acompañamos a los voluntarios en su mañana de trabajo, mientras ayudan a los que más lo necesitan.

por Martín Stutz

18 de diciembre de 2024.- Amanece en un día de frío intenso en el Malecón de la ciudad de Murcia. La soledad y la tristeza de las personas que viven temporalmente bajo los puentes o en los parques de la zona, se rompe súbitamente. Una ráfaga de alegría recorre sus rostros: ha llegado el coche de Leonor. Es la hora del desayuno, un momento de descanso en las preocupaciones de estas personas, que sufren las más terribles de las penalidades.

Desde hace más de cuatro años Leonor y los voluntarios de la asociación Abeto (Asociación Benéfica Ecosostenible de Trabajo Ocupacional) acuden cada día para repartir alimentos a los más desfavorecidos. Café, leche, empanadillas, chocolates, bollos, pizzas. Dulce y salado, un enorme surtido que transforma la desesperación en esperanza. Estos alimentos han sido donados por supermercados, personas individuales o comprados por la asociación. Los reparten gratuitamente a los que lo necesiten, sin excepciones. No se piden datos ni se excluye a nadie. Todos son bienvenidos en este especial desayuno.

La escena conmueve por la intensidad y el amor que profesan estas personas hacia Leonor. Son los invisibles, los que viven en nuestras calles, en nuestros parques o bajo los puentes de la ciudad de Murcia. Son aquellos que no vemos cuando disfrutamos del Jardín del Malecón, cuando corremos junto al Segura o paseamos por el Murcia Río.

Pero Leonor y los voluntarios de Abeto no reparten únicamente estos alimentos, que literalmente salvan a estas personas de caer en enfermedades o situaciones aún peores. Leonor reparte amor y cariño, consuelo y atención psicológica. Conoce sus nombres, sus lugares de origen, la problemática de cada uno. Les reconoce así la humanidad que la mayoría de la sociedad les roba cada día.

Voluntarios y usuarios de Abeto, comenzando el desayuno

Atónitos ante este enorme gesto de caridad y gratitud, queremos conocer mejor la situación de estas personas y comenzamos las entrevistas. Hablamos con N., quien lleva dos años en Murcia. Viene de Jerez de la Frontera, en la búsqueda de un asilo que le ha sido denegado. Procedente de Gambia, consiguió una beca de estudios otorgada por la fundación Hogar Sí-RAIS (Red de Apoyo e Integración Sociolaboral). Gracias a ello pudo estudiar la formación de marinero-pescador. Nos enseña sus diplomas, y sus ojos se iluminan en un gesto de humilde orgullo. Comenta que tiene sus «papeles» en regla y está deseando comenzar a trabajar, pero la distancia con la costa para poder encontrar empleo se hace infinita. Los 1.800 euros que le otorgó RAIS se han agotado hace tiempo. «Necesito sólo un contrato», nos dice, «no quiero ayudas, sólo comenzar a trabajar», insiste. La sinceridad de este hombre y la tristeza de sus ojos, nos va envolviendo el corazón. Nunca había vivido en la calle. Lleva desde el 14 de octubre pernoctando en uno de los parques de la ciudad.

 ¿Qué es lo más duro de vivir en la calle? -Le preguntamos-.

– Lo peor es no poder ducharse. El frío también -contesta-. Hay problemas de robos con las mantas y nuestras pertenencias- asegura-. Tengo un límite hasta el día 16 de marzo, donde se termina el plazo de mi permiso laboral. Necesito trabajar. Si consigo un contrato de seis meses, podré renovar mis papeles por dos años más.

– ¿Te está ayudando alguna asociación, algún grupo?-

– Antes sí, pero ahora la única ayuda que tengo es de Leonor -nos dice-.

Con el corazón en un puño, seguimos recogiendo testimonios como el de Q. Procedente de Palma de Mallorca, en su caso cayó en la depresión tras una ruptura de pareja que lo dejó sin recursos y en la calle. Él es un veterano que lleva más de dos años en las calles.

– Lo peor es la dificultad de conseguir un empleo sin el aseo necesario. Trabajamos sobre todo en el campo y, como te imaginas, vienes del trabajo muy sucio. Si no puedes asearte al día siguiente no te contratan, y entras en un círculo del que no puedes salir.

Nos enteramos entonces que Leonor y la asociación Abeto colaboran con otras organizaciones que disponen de un servicio de duchas varios días a la semana. La red fraternal entre estos grupos de ayudas es amplia.

Así vamos hablando con más personas, y cada testimonio es un demoledor mazazo que remueve nuestras conciencias. Nos vamos dando cuenta de nuestra suerte, y caemos rendidos ante el caso de M. Con tan sólo 20 años, llegó hace un mes a Murcia. Viene de Marruecos, donde su situación económica era insostenible. Viene para trabajar y poder enviar dinero a su familia. Llegó en patera, y ahora sin empleo ni conocimiento de nuestra lengua, vive en las calles de Murcia.

Así se ven obligados a vivir algunas personas, bajo los puentes de nuestras calles

Es entonces cuando Luismi, voluntario de la asociación Abeto, nos comenta la posibilidad de que este chico pudiera caer en las redes de prostitución de la ciudad de Murcia. Ocurre con cierta frecuencia, que jóvenes recién llegados se ven en la terrible necesidad de prostituirse o vender drogas para clanes de La Fama o Espinardo.

Los ves enganchados y ya no pueden salir de esa situación. Algunos no lo superan. Otros se ven en la obligación de «ennoviarse» con un hombre de aquí, para, al menos, no tener que subir a los coches que paran en el Malecón y los someten- afirma.

A estas penalidades han de sumarse los continuos registros de la Policía Local, que en ocasiones se convierten también en abusos pues no entienden de excepciones ante personas que desconocen las ordenanzas municipales.

Asimismo es de destacar el encuentro con grupos de neonazis, presuntas filiales de Vox Murcia o cachorros del PP. Estos despreciables grupos de ignorantes e intolerantes xenófobos, racistas, homófobos, realizan pintadas frente a los lugares donde se ven obligados a pernoctar las personas sin hogar.

Pintadas racistas frente a las zonas de habitación.

Y así, ya casi sin fuerzas, seguimos conociendo historias terribles. Sin embargo, el bajón emocional se rompe cuando lo ilumina la cálida voz de Leonor, quien nos convoca a todos hacia el final del desayuno. La fuerza que nos transmite ella, única mujer entre decenas de hombres entristecidos por estas durísimas historias, alegra nuestros corazones y nos transmite verdadera esperanza.

Decidimos entonces, con un nudo en la garganta y el corazón en un puño, ayudar personalmente a la asociación Abeto. Es Navidad. Únete a Leonor y a su gente, o colabora a través de la página web abetoasociacion.org

Gracias Leonor, Luismi y los voluntarios de Abeto. Y a todas las agrupaciones que trabajan cada día por ayudar a quienes más lo necesitan.

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