Según las cifras que ofrecen expertos del Servicio Móvil de Atención Social (SEMAS), entorno a un millar de personas pernoctan en las calles de Murcia. Ante unos servicios sociales sin recursos, profesionales y usuarios denuncian a la concejala Pilar Torres Díez (PP).
Escrito por Martín Stutz.
Murcia. 17 de abril.- Un 32,4 por ciento es la tasa de exclusión o riesgo de caer en la pobreza, según el Centro Regional de Estadística de Murcia. Muchos de estos vecinos y vecinas se encuentran padeciendo situaciones que, en ocasiones, desembocan en la ausencia de recursos para abonar una vivienda, lo que los obliga a vivir en situación de calle. Según las cifras que ofrecen expertos del SEMAS y consultados por esta redacción, son unas 900 en la ciudad de Murcia.
Estas personas no cumplen los requisitos o las normas que impone la burocracia del Ayuntamiento de Murcia y los servicios regionales para acceder a una vivienda. Es por ello que son marginados de la protección que ofrecen las redes de inclusión de los servicios sociales municipales, condenados así a situaciones de abusos, que producen fatales consecuencias.
Tal y como han denunciado los sindicatos que representan a los trabajadores de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Murcia, la concejalía que regenta Pilar Torres Díez, del Partido Popular, está totalmente colapsada. Es así como lo explican desde la sección Sindical de Comisiones Obreras (CCOO), quienes aseguran que el problema ha sido originado por la omisión en la cobertura de las bajas de larga duración y las vacantes originadas por las jubilaciones. Así lo afirman trabajadores sociales consultados, coincidiendo en la incapacidad de los servicios municipales para atender las continuas demandas de una población empobrecida.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística, la población sin hogar se ha incrementado el 24 por ciento en los últimos 10 años. El aumento del número de personas que precisan de los servicios sociales, se une al colapso en la operatividad de la concejalía respectiva. Es por ello que la red de viviendas que dispone el Ayuntamiento es ineficiente para la alta demanda de un refugio, especialmente en los meses invernales.
La sección municipal destinada específicamente para atender las necesidades de las personas migrantes sin vivienda, es la llamada Tienda Asilo del Ayuntamiento de Murcia. Quienes disponen de empadronamiento obtienen el derecho a una trabajadora social. Sin embargo, las personas en situación de calle son consideradas transeúntes, así como los inmigrantes que tampoco están empadronados por su situación de irregularidad, por lo que deben acudir obligatoriamente a la Tienda Asilo.

Estas personas deben hacer largas colas desde las 6 de la mañana, para poder ser atendidos a las 8 y media. Podemos comprobar cómo no hay bancos, ni medida alguna que proteja de las inclemencias climáticas a personas mayores, algunas con disminución visual, movilidad reducida o con serios problemas de salud. A partir de la apertura del centro, se otorgan 12 números para transeúntes, nacionales sin empadronamiento pero en situación de calle, y otros 12 números para inmigrantes.
Voluntarios que entrevistamos in situ, afirman que siempre son necesarias vacantes para las personas migrantes, muchos de ellos refugiados y en la búsqueda de asilo: «siempre queda gente fuera, en la calle, a la que no pueden atender. Hay una desproporción importante y cada vez más evidente, entre las personas en situación de calle nacionales y las que no lo son. Ahí vemos un gran problema.», afirman.
Recogemos otro testimonio. En este caso se trata de Luis, quien colabora en la Asociación Abeto. Son miles los voluntarios y voluntarias, los cuales ayudan cada día a las personas más vulnerables de la ciudad de Murcia. Esta red de altruismo y solidaridad se organiza en asociaciones sin ánimo de lucro, ONGs y otros colectivos que ofrecen de forma gratuita múltiples servicios para las personas más vulnerables.
En el caso de ABETO, incluyen desde la preparación de alimentos, atención psicológica, duchas, servicio de lavandería, acompañamiento a trámites y de salud, y todo tipo de atenciones: «nos vemos muy solos. El Ayuntamiento no puede, o no quiere cubrir las necesidad de personas con adicciones o con problemas psiquiátricos. Y se quedan fuera, sin atención de ningún tipo y en las calles», nos comentan.

Uno de los usuarios de la cola, quien lleva horas de espera, añade: a nosotros nos bajan desde el autobús del albergue, Jesús Abandonado, a las 8 de la mañana ¿Cómo voy a estar haciendo cola, aquí, a las 6 de la mañana? Conocemos entonces a Sammir, quien recibió una fuerte agresión física, así como robos tras varios altercados en las calles. Nos enseña su documentación, en la que constatamos que está tramitando el retorno voluntario a su país, reuniendo todos los requisitos para dicho trámite. Le han denegado la posibilidad de acudir al comedor social de Jesús Abandonado, puesto que ha superado el límite de 15 asignado para ello: «mi única alimentación diaria son las empanadillas y el café con leche que me dan en asociaciones como Abeto. No recibo nada del Ayuntamiento, ninguna ayuda, de ningún tipo», afirma Sammir.
En la Tienda Asilo, las personas que consiguen ser atendidas y que se encuentran en situación de calle, reciben la posibilidad de ser asistidos entre 5 a 15 días consecutivos en la red de casa de acogida municipales. Asimismo pueden acudir el mismo número de jornadas al almuerzo en el comedor de Jesús Abandonado: «pero el tema del albergue está tan demandado, tan saturado, que como véis, aquí a Sammir no le han dado ni un solo día», concluye el voluntario que asiste al damnificado. La ansiedad y el estrés originado, así como la necesidad de alimentarse de los desperdicios de los contenedores y vivir bajo los puentes, ha originado en Sammir un cuadro de ansiedad, depresión y graves problemas digestivos y estomacales.

La situación del albergue de Jesús Abandonado y de las casas de acogida para transeúntes en la ciudad de Murcia, también adolece de un colapso evidente. Hemos podido comprobar cómo se asignan las plazas según se vayan desalojando a otras personas de los refugios: «cuando sale un cupo de personas que ya han disfrutado de esos 5 días, entonces ya entra otro cupo», comenta una trabajadora social del Ayuntamiento, quien prefiere mantener el anonimato ante posibles represalias laborales.
Otro de los problemas acuciantes es la falta de coordinación entre las redes de ONGs y la colaboración con la administración: «He venido aquí con un documento que demostraba la situación de extrema vulnerabilidad de un migrante. El documento estaba firmado por Murcia Acoge, una organización que se supone, trabaja junto a la red municipal. Pero en la Tienda Asilo no nos hicieron ni caso, el documento no sirvió de nada. El trabajo en red no es real, ya no existe».