La Trampa de la Vivienda: ¿Sin Solución Dentro del Marco Capitalista?

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Por Dominic D. Skerrett

Los ajustes en los tipos de interés no abordan la raíz de la crisis habitacional en España: un sistema que prioriza el capital sobre las necesidades humanas, como han denunciado hoy miles de personas movilizadas en más de 40 ciudades del Estado.

Murcia, sábado 5 de abril de 2025.- Hoy, 5 de abril, más de 40 ciudades del Estado español han sido escenario de movilizaciones masivas convocadas por colectivos vecinales, sindicatos de vivienda, Plataformas de Afectadas por la Hipoteca y organizaciones que pretenden la construcción de un contrapoder al marco capitalista, denunciando la profundización de la crisis habitacional que azota a millones de personas en este país, especialmente a las personas jóvenes y mayores. Estas protestas, que no son hechos aislados sino expresión organizada del descontento popular, emergen en un contexto de creciente precarización, expulsiones forzosas y especulación inmobiliaria feroz, donde el acceso a un techo digno se ha convertido en un privilegio y no en un derecho. La calle ha hablado: frente a la retórica vacía de los Gobiernos Autonómicos que incumplen sus competencias, de un gobierno central que tampoco impone los mecanismos que obliguen a éstas a que apliquen los Programas Estatales establecidos junto a la hipocresía del capital inmobiliario, la rabia de los pueblos reclama lo que nos pertenece. En esta jornada de lucha, no caben las medias tintas de la socialdemocracia, no se pide caridad ni la mendicidad reformista: se exige justicia habitacional, y se señala al verdadero culpable —el sistema capitalista que convierte nuestras casas en mercancías y nuestras vidas en estadísticas de rentabilidad.

Para situarnos, en los últimos meses, los titulares sobre los cambios en los tipos de interés y la reducción de los tipos medios de las hipotecas han logrado captar la atención mediática de la prensa burguesa y ofrecer una falsa promesa de alivio para la clase trabajadora que afrontar una crisis de la vivienda cada día más agravada en España. Sin embargo, bajo cualquier análisis que anteponga a las personas por encima del capital, estas medidas no resuelven, ni siquiera alivian, los problemas estructurales que convierten la vivienda en un lujo inaccesible para muchos. La realidad subyacente es que, mientras la vivienda siga siendo considerada una mercancía y no un derecho humano básico, las políticas y movimientos orientados a facilitar el acceso a la vivienda solo operan dentro de un marco de limitada efectividad, incapaz de enfrentar las dinámicas profundas de acumulación de capital y especulación inmobiliaria.

La crisis de la vivienda en España ha alcanzado niveles alarmantes, con precios que continúan escalando y el esfuerzo para acceder a una vivienda convirtiéndose en un peso cada vez mayor para las familias de las capas populares. La Asociación Hipotecaria Española (AHE) ha señalado hoy que el tipo medio al que las entidades conceden créditos hipotecarios ha caído en octubre al 3,423%, su nivel más bajo desde enero de 2023. Esta caída, aunque aparentemente favorable, no hace sino reflejar los movimientos necesarios dentro de un sistema que prioriza la estabilidad del capital sobre las necesidades reales de las personas. La media de Euríbor de los diez primeros meses de 2024 es de 3,44%, mientras que el tipo medio de referencia registra una media en lo que va de año del 3,77%.

Esta constante caída de los tipos de interés y ajuste en los precios no soluciona la crisis estructural subyacente, que va más allá de los simples ajustes del mercado financiero. La vivienda, en lugar de considerarse un derecho humano, ha sido reconfigurada como un activo financiero, susceptible a la acumulación especulativa de grandes fondos de inversión y constructoras, cuyas estrategias apuntan siempre a maximizar el retorno económico a costa de la accesibilidad y el bienestar social. Los grandes fondos de inversión han encontrado en el sector inmobiliario un espacio ideal para acumular capital a través de la compra y reventa de propiedades, inflando los precios y desplazando a las familias trabajadoras hacia mercados más caros y menos accesibles.

El marco decadente del capitalismo en el que nos encontramos, tanto actual, como en todas las formas históricas conocidas del capital (mercantil, industrial y financiero tanto en sus formas nacionales como imperiales) ha colocado desde sus inicios a la vivienda en una posición de mercancía, dependiente de la lógica del beneficio privado y la acumulación capitalista. Sin romper este marco estructural, los ajustes en los tipos de interés y los movimientos superficiales en las políticas financieras no abordarán las causas reales de la crisis habitacional. Para realmente transformar la situación y poner la vivienda como un derecho humano, es necesario cuestionar y transformar las bases del sistema económico, mediante la implementación de políticas de nacionalización y desmercantilización, la creación de un parque de vivienda público accesible y la regulación estricta del mercado inmobiliario para evitar la especulación y proteger a los más vulnerables.

La respuesta no puede ser simplemente ajustar el precio del dinero en el mercado. La verdadera solución reside en un cambio estructural, que apunte a poner la vivienda al servicio de las necesidades humanas y no del beneficio financiero, eliminando el papel del capital especulativo y asegurando un acceso universal a la vivienda digna.

Como ya nos enseñó nuestro viejo camarada Karl, «El modo de producción capitalista convierte todo lo que produce en mercancías, y, al mismo tiempo, todo lo que necesita el hombre se convierte en mercancía”. La vivienda, por tanto, no es más que un objeto de intercambio en un sistema que trata a las necesidades humanas como objetos comerciales. Sólo queda preguntarnos, ¿Hasta cuándo permitiremos que el capital dicte las condiciones de nuestra existencia?.

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