Alrededor de un centenar de ultraderechistas acosaron en la tarde-noche del martes a periodistas durante su concentración vigilada por fuerzas de seguridad junto al Ayuntamiento de Torre Pacheco. La protesta se convocó como reacción a la agresión a un vecino del municipio, supuestamente a manos de tres jóvenes magrebíes.
El acoso más grave fue dirigido contra Esther Yáñez, reportera del programa Malas lenguas de TVE, que tuvo que ser escoltada por agentes de la Guardia Civil tras ser increpada, insultada y perseguida alrededor del consistorio durante más de cinco minutos. Mientras realizaba su crónica, fue víctima de gritos como “Fuera, fuera”, “Manipuladores”, “Pedro Sánchez, hijo de puta” —el lema más coreado—, “Marlaska maricón”, “Mercenaria”, “Telebasura” o “Estafadores”, entre otros. También le arrojaron agua y otros objetos.
La situación obligó a las fuerzas de seguridad a pedirle que interrumpiera la conexión en directo para no seguir alimentando la tensión. Otros profesionales de medios se vieron obligados a retirar las esponjas de sus micrófonos para ocultar a qué cadena representaban, por miedo a represalias.
La concentración, que no había sido autorizada, fue convocada a través de redes sociales por organizaciones de corte racista y apoyada por agitadores de extrema derecha como Vito Quiles y Daniel Esteve (Desokupa), quienes se hicieron eco del evento y se desplazaron hasta la localidad, aunque la abandonaron a media tarde tras recibir indicaciones de la Guardia Civil.
Intervinieron ante los medios portavoces del grupo neofascista Frente Obrero y de agrupaciones carlistas, que fueron ovacionados al exhibir una bandera de España con el Corazón de Jesús y reproducir el himno franquista Cara al sol desde un altavoz portátil.
Durante las intervenciones, varios asistentes repitieron mensajes falsos y racistas, asegurando que “no se podía vivir en el pueblo”, que “los inmigrantes solo venían a robar y a vender droga” y que “no había suficientes policías para proteger a los españoles”. Algunos incluso calificaron a los agentes de la Guardia Civil y a la policía local como “traidores”.
Mientras tanto, el barrio de mayoría magrebí, situado a unos diez minutos a pie del centro, permanecía tranquilo y protegido por numerosos antidisturbios. La jornada elevó la presencia de efectivos del instituto armado, con más de un centenar de miembros de unidades especiales ante el riesgo de nuevos altercados, como los vividos en días anteriores.