El PCPE respalda la huelga del metal en Cartagena: ejemplo de dignidad obrera frente a la patronal y los pactos sin las bases

Las trabajadoras y trabajadores del metal rechazan un preacuerdo firmado sin su consentimiento y mantienen una huelga ejemplar por condiciones dignas y organización asamblearia

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Desde el pasado 18 de junio, las trabajadoras y los trabajadores del metal en Cartagena mantienen una huelga indefinida marcada por la dignidad, la conciencia de clase y el rechazo firme a cualquier intento de desmovilización o rendición. El conflicto ha alcanzado un punto crítico tras el rechazo, en asamblea, de un preacuerdo suscrito a espaldas del conjunto de la plantilla por la patronal y CCOO, y que no respondía a las legítimas demandas obreras.

A diferencia de lo sucedido en Cádiz en 2021, cuando fue UGT quien se desmarcó de las decisiones colectivas de las bases, esta vez ha sido CCOO quien ha firmado un pacto que muchos y muchas trabajadoras consideran insuficiente y contrario a los intereses de la clase trabajadora. Esta situación ha desatado una profunda reflexión entre los y las huelguistas sobre el papel de las cúpulas sindicales y la necesidad urgente de reforzar las estructuras de base, democráticas y asamblearias.

En este contexto, un grupo de trabajadores ha decidido iniciar una huelga de hambre, una forma de lucha extrema que ha generado un debate interno. Si bien no es una vía que se comparta desde todos los sectores, es un gesto de determinación que emana de la asamblea, y por tanto, cuenta con el respeto y respaldo de quienes consideran que la única voz legítima en una huelga es la de quienes la sostienen desde abajo.

Frente a los intentos de criminalización y a las presiones —políticas, mediáticas y económicas— que intentan dividir y debilitar la huelga, el movimiento obrero responde con memoria histórica y dignidad. Las trabajadoras y trabajadores del metal recuerdan que los avances sociales no se han regalado nunca: la jornada de ocho horas nació de huelgas durísimas como la de La Canadiense; los mineros asturianos resistieron en 1962 en pleno franquismo; Etxebarri se mantuvo en pie 163 días; Tubacex aguantó más de 230 días de lucha; y hoy siguen vivas las huelgas de las limpiadoras en Madrid o las residencias de Bizkaia.

El sector del metal, esencial para la economía del Estado, es también uno de los más precarizados. Jornadas abusivas, contratos inestables y salarios de miseria conviven con beneficios millonarios para las empresas. Una contradicción insostenible que esta huelga ha puesto en el centro del debate político y social.

Desde el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), se expresa el apoyo sin fisuras a esta lucha obrera, y se hace un llamamiento a la solidaridad activa de toda la clase trabajadora. No se trata solo de un convenio o una subida salarial: es una batalla abierta entre el capital y el trabajo, entre los intereses de quienes producen la riqueza y quienes se la apropian.

La unidad de clase es hoy más necesaria que nunca. Solo desde una respuesta colectiva, organizada y firme podrá enfrentarse el chantaje patronal y desbordarse la lógica del pacto a la baja. Cartagena es hoy un ejemplo de resistencia, pero no puede ni debe estar sola.

“¡Con la huelga del metal de Cartagena!
¡Por la dignidad de la clase trabajadora!
¡Proletarios de todos los países, uníos!” clama el comunicado de la célula leninista murciana.

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