En la madrugada del pasado lunes, el portal del domicilio del compañero Pedro Costa Morata, en Águilas, fue incendiado en un acto claramente intencionado. Aunque las llamas no se extendieron más allá de la puerta, los desperfectos son significativos y el incidente, de extrema gravedad. Fue la rápida intervención de la Policía Local la que consiguió sofocar el fuego y evitar daños mayores.
Pedro Costa Morata no es un ciudadano cualquiera: es un referente histórico del ecologismo en España, con una trayectoria comprometida en la denuncia del desarrollismo capitalista y la destrucción del territorio. A lo largo de décadas ha participado activamente en acciones de defensa del medio ambiente, la paz y los derechos de los pueblos.
En los últimos años, su voz crítica también se ha alzado contra el genocidio perpetrado por el Estado de Israel en Palestina y frente a la escalada belicista de la OTAN en el Este de Europa, temas que ha abordado en publicaciones recientes. Estas posturas valientes y necesarias pueden haber despertado la animadversión de sectores intolerantes y ultrareaccionarios que no dudan en recurrir a la violencia para silenciar a quienes piensan diferente.
Desde diversos movimientos sociales se ha expresado la más firme condena a este atentado, que no puede ser interpretado como una gamberrada más: es un ataque político, dirigido contra una figura incómoda para los poderes que destruyen el planeta y alimentan las guerras. Es también un aviso a navegantes: a quienes denuncian, resisten y construyen alternativas.
Así mismo, se exige a las autoridades competentes una investigación exhaustiva e inmediata que aclare los hechos, identifique a los responsables y desmantele cualquier red violenta que actúe impunemente contra activistas, periodistas, ecologistas o defensores de los derechos humanos.
Manifestamos toda nuestra solidaridad con Pedro Costa Morata, ejemplo de coherencia y dignidad, y con todas aquellas personas que han sido agredidas por su compromiso con la verdad, la justicia y la paz. No podemos normalizar este tipo de agresiones: no es un hecho aislado, sino parte de una ofensiva más amplia contra los movimientos sociales críticos.
Alzar la voz no puede salir caro. Pensar diferente no puede costar la vida. Basta de impunidad.