Desde Murcia , observo con una mezcla de dolor y esperanza cómo mi país natal atraviesa uno de sus momentos más convulsos de las últimas décadas. Lo que comenzó como una tragedia sanitaria en Agadir se ha convertido en el catalizador de un movimiento que pone en jaque la narrativa oficial del «milagro marroquí». Como periodista que ha vivido entre dos mundos, el marroquí y el español, puedo afirmar que lo que está ocurriendo era tan predecible como inevitable. La Gota que Colmó el Vaso: La Tragedia de Agadir El pasado 1 de octubre, ocho mujeres embarazadas perdieron la vida en Agadir debido a la incapacidad del sistema sanitario público para atenderlas adecuadamente. Esta noticia, que debería haber sido un escándalo nacional limitado al ámbito de la salud pública, se convirtió en el detonante de algo mucho mayor. Para la generación Z marroquí, esas ocho muertes representaban todo lo que está mal en nuestro país: la desatención hacia los servicios básicos mientras se destinan millones a megaproyectos de prestigio. Marruecos ha visto cómo su sistema se degrada progresivamente, víctima del abandono institucional y la corrupción sistemática. Las Raíces Profundas del Descontento La explosión social actual no es espontánea. Como observador de la realidad marroquí desde la distancia, he sido testigo de cómo se han ido acumulando las tensiones que ahora estallan en las calles. El modelo económico marroquí, aparentemente exitoso desde fuera, esconde profundas contradicciones internas. La paradoja marroquí es evidente: mientras el país atrae inversión extranjera y construye infraestructuras faraónicas, mantiene una de las tasas de desigualdad más altas del mundo y un paro juvenil que roza el 40%. Los grandes proyectos como el Mundial 2030, el puerto de Nador West Med o la línea de tren de alta velocidad, se financian con los impuestos de un pueblo que no ve resultado en servicios básicos. Esta dinámica genera un resentimiento comprensible: ¿cómo puede un Estado permitirse estadios de fútbol de última generación pero no puede evitar que mueran mujeres embarazadas por falta de atención médica? La corrupción sistemática, que he podido contrastar con la relativamente menor corrupción institucional europea por ejemplo , permea todos los niveles de la administración marroquí. La burocracia kafkiana hace que cualquier trámite se convierta en una odisea, alimentando la frustración ciudadana y creando oportunidades para la extorsión. Ecos de Nepal e Indonesia: Un Patrón Global Lo que está ocurriendo en Marruecos no es único. Como he seguido los recientes movimientos de protesta juvenil en Nepal e Indonesia, observo patrones similares que resultan inquietantes para las autoridades marroquíes. En los tres casos, vemos una generación Z hiperconectada, educada pero sin oportunidades, que utiliza las redes sociales para organizarse de manera horizontal. El grupo «gen Z212» —haciendo referencia al prefijo telefónico de Marruecos— replica las estructuras organizativas vistas en Discord durante las protestas nepalíes e indonesias. Esta coordinación digital permite una movilización rápida y descentralizada que es muy difícil de controlar para las autoridades tradicionales. La diferencia clave que observo desde mi perspectiva bicultural es que, mientras España vivió su transición democrática hace décadas, Marruecos mantiene estructuras autoritarias que chocan frontalmente con las expectativas de una juventud que consume los mismos contenidos digitales que sus pares europeos. La Generación Z como Motor del Cambio El 41% de la población marroquí es menor de 25 años. Esta generación, a diferencia de sus padres, no acepta el contrato social implícito de «estabilidad a cambio de derechos limitados». Han crecido viendo cómo sus vecinos españoles, franceses o alemanes disfrutan de servicios públicos de calidad, libertades civiles y oportunidades económicas que en Marruecos siguen siendo privilegios de una minoría.
Como alguien que ha vivido esta transición generacional desde ambos lados del Estrecho, puedo afirmar que la juventud marroquí actual es cualitativamente diferente a generaciones anteriores. Hablan idiomas, dominan tecnologías, tienen acceso a información y, sobre todo, no temen cuestionar la autoridad. Las manifestaciones han dejado un saldo dramático: más de 600 heridos, 400 detenidos y varios muertos. Estas cifras revelan la intensidad del conflicto y la dureza de la represión gubernamental. Escenarios Futuros: Entre la Reforma y la Represión Tras días de silencio, el gobierno marroquí ha anunciado su disposición al diálogo y a abordar las causas del descontento «una por una». Sin embargo, mi experiencia conociendo antecedentes de la política marroquí me genera un escepticismo fundado. Las autoridades tienen un historial de promesas de reforma que se quedan en cambios cosméticos.
Veo tres escenarios posibles para los próximos meses: Escenario 1: Reformas superficiales. El gobierno implementa algunas mejoras menores en sanidad y educación, pero mantiene intactas las estructuras de poder. Este sería el escenario más probable, pero también el más peligroso a medio plazo, ya que solo pospondría una explosión social mayor. Escenario 2: Represión intensificada. Las autoridades optan por la mano dura, criminalizando las protestas y endureciendo el control social. Este camino, aunque tentador para el poder establecido, podría radicalizar aún más a la oposición. Escenario 3: Reformas estructurales. El menos probable pero el único sostenible: una verdadera apertura política, reformas económicas redistributivas y una mejora real de los servicios públicos. Esto requeriría un cambio de mentalidad en las élites que, por ahora, no veo. El Dilema de la Modernización Autoritaria Marruecos se enfrenta al dilema clásico de los regímenes autoritarios modernizadores: ¿cómo mantener el control político mientras se desarrolla económicamente? Lala modernización económica y social tiende a generar demandas de modernización política. El modelo marroquí de «liberalización económica sin democratización política» está mostrando sus límites. Una población joven, educada y conectada digitalmente es incompatible a largo plazo con estructuras políticas obsoletas y represivas. Reflexiones Desde la Distancia Escribir sobre mi país desde España me ofrece una perspectiva única pero también dolorosa. Veo las potencialidades inmensas de Marruecos —su juventud, su posición estratégica, sus recursos— desperdiciadas por un sistema que prioriza la estabilidad sobre el desarrollo humano. Las ocho mujeres que murieron en Agadir no son solo una estadística; representan el coste humano de un modelo de desarrollo que privilegia la imagen exterior sobre las necesidades internas. Su muerte ha despertado una conciencia colectiva que será muy difícil de adormecer nuevamente.
La pregunta no es si Marruecos cambiará, sino cuándo y cómo. La generación Z marroquí ha demostrado que no está dispuesta a aceptar el status quo. El desafío para las autoridades es si serán capaces de canalizar esta energía transformadora hacia reformas constructivas o si, por el contrario, optarán por la confrontación. Como marroquí, espero que prevalezca la cordura y el diálogo.»
Por Yahya Zarhouni