Escrito por Manel Aparicio.
El pasado 17 de febrero fue un día que no olvidaremos fácilmente. Las fedatarias y fedatarios de la Iniciativa Legislativa Popular NoEsMiCultura llegamos al Congreso de los Diputados con una emoción inmensa. Llevábamos en nuestras manos 715.606 firmas. Más de setecientas mil personas de todo el Estado habían estampado su nombre y su apoyo a una causa que llevamos en el corazón: sacar la tauromaquia del paraguas de protección cultural.
Aquel día fuimos felices. Mucho. Y lo fuimos porque sabíamos lo que había detrás de esa cifra: meses, incluso años, de trabajo, de recorridos infinitos, de conversaciones, de explicaciones, de paciencia. En mi caso, recolectar más de 3.000 firmas implicó recorrer cada rincón de la región y también salir fuera de ella. Y como yo, muchas compañeras y compañeros hicieron lo mismo. Lo dimos todo porque creemos que ya es hora de que el sufrimiento animal deje de ser amparado por un falso concepto de cultura.
Este lunes recibimos la confirmación oficial: 664.777 firmas han sido validadas por la Junta Electoral Central. Una cifra impresionante. Una victoria ciudadana. Y sí, volvemos a estar felices, pero no tenemos tiempo para celebraciones. Porque el camino sigue, porque el objetivo es grande y las resistencias muchas. Nosotras y nosotros no solo estamos defendiendo a los animales. Estamos denunciando una injusticia que se mantiene
por intereses políticos, económicos y simbólicos. Y estamos diciendo en voz alta que la sensibilidad de este país ha cambiado, que la cultura evoluciona, y que no todo vale bajo su nombre.
El movimiento antitaurino no se detiene. Lo impulsan personas comprometidas, generosas y conscientes. Lo sostienen argumentos éticos, sociales y científicos. Y lo respaldan cientos de miles de firmas que claman por un cambio real. Hoy no tenemos tiempo para fiestas. Pero sí tenemos algo mejor: motivos. Y mientras haya injusticias que combatir, mientras se nos niegue el derecho a cuestionar qué entendemos por cultura, ahí estaremos. Recolectando firmas. Dando pasos. Diciendo con firmeza: el maltrato no es arte, el sufrimiento no es cultura.
Y no nos vamos a rendir. Porque detrás de cada firma hay una conciencia que despierta, una sociedad que avanza, una ciudadanía que exige coherencia. Seguiremos llamando a las puertas que haga falta, alzando la voz donde otros prefieren el silencio. Porque esto no va solo de toros: va de dignidad, de justicia y de futuro.